Todo ser humano alguna vez en su vida se ve sumido en situaciones emocionales que le resultan difíciles de afrontar por si solo. Es aquí donde entra la necesidad de desahogarte, de contarle a alguien tu problema, pero existe en tu vida esa persona, hay a tu alrededor alguien que sepa escuchar, entender, orientar, y por sobre todas las cosas guardar lo que le has contado.
Existen personas que son muy reservadas con los que otros le dicen, pero hay que entender algo, esto es una cadena, quizas para ti esa persona sea la de tu confianza, pero quizás tu no eres su persona de confianza y es ahí donde se entremezcla el circulo vicioso donde se rompe la confianza. Esa persona por necesidad de contarle a alguien más le confiará tus problemas a una tercera persona confiando en su discreción, luego sin darte cuenta cómo fácilmente tu secreto de una sola persona llega a ti por vía de otra, y sólo Dios sabe cuantos más lo saben.
Hay cosas que necesariamente necesitas hablarlo con alguien porque te van consumiendo por dentro, se forma un nudo intragable en la garganta que solo sale hacia fuera, pero cuidado en quién confías, quizás en tu momento de necesidad esa no es la persona indicada para que te desahogues en su hombro.
Personalmente considero que no hay persona en quien confiar, de confiarle algo a alguien lo haría con Dios, pues es en quien confío, todos somos elegidos para hablar con él y confiarle lo que nos molesta o lo que nos apena, aunque son pocas las personas a las que él pueda responderle de manera clara.
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